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Destino Patagonia Argentina - Recuerdos de mi viaje a Trelew























Sería bueno partir buscando tranquilidad, salir del estress, reencontrarme con mi pareja, mi familia, mis amigos. Tomar un café tranquila escuchando los sonidos de algunos pájaros que buscan un lugar en el árbol para pasar su noche. Es así que recorro lugares, miro los perfiles de las ciudades, está llegando el otoño y me atrapan espectaculares imágenes del otoño en Trelew.

 

Comienzo a armar las valijas muy rápido, ya decidida a que éste será mi destino en estas minivacaciones, que por suerte este año me permiten disfrutar más del ocio.

Mi auto ya está en condiciones para la partida y rumbo al sur, la ruta nos abre paso sin inconvenientes. Al llegar a Sierra Grande, nos detenemos un rato para tomar un café y cargar combustible y descubro que los costos son menores. Allí uno de los empleados me explica que el combustible desde Sierra Grande al sur cuestan un 20% menos.

Para no encontrarme con sorpresas hice una reserva en un hotel de Trelew con anticipación. A la noche llegamos, en la recepción nos esperaban y decidimos cenar algo liviano y descansar para comenzar algunos recorridos turísticos al día siguiente, ya que sabíamos por lo que habíamos investigado en la web que si bien Trelew está muy estratégicamente ubicado y nos permite tener todo más cerca y por ende más barato, siempre en Patagonia hay que hacer distancias para recorrer todas las bondades que el lugar ofrece.



Al día siguiente desperté a mi esposo y a mis dos hijos y salimos tempranito a Punta Tombo para ver pingüinos. Increíble… ya el camino nos iba poniendo en tema, esa quietud que ofrecía la flora patagónica nos creaba sensaciones….. de repente mi hijo propone que paremos a la orilla del camino… y no les puedo transmitir lo que sentí… horizonte…. mucho horizonte.. y de repente algunos sonidos del viento sumiso que nos hacía señales que ahí estaba. Muy pronto y luego de pagar nuestro ingreso recorrimos un centro sensorial que está ubicado al lado de la caseta de cobro en el área natural protegida de Punta Tombo. Allí pudimos percibir algo de lo que fue después encontrarnos con los pingüinos.. uno más gracioso que el otro.. jaja caminábamos por el sendero con ellos allí muy cerca como si nos recibieran en su casa. Va… es que nos recibían en su casa!! Por supuesto que los dejábamos pasar, no los tocábamos como nos había indicado el guardafauna y los auxiliares que allí te reciben, pero hasta verlos, nunca había imaginado que caminaba entre un millón de pingüinos. Charlando con el guardafauna, él me contó que Punta Tombo es la reserva continental más importante del mundo, algo similar a Galápagos.

A la tarde volvimos a Trelew, descansamos un rato y salimos de compras por la ciudad. Muchos regionales en el centro que ofrecían una variedad de artículos de la zona, entre ellos la típica torta negra galesa. Esto nos tentó. Nos hicieron degustar y nos compramos varias para llevarnos de regreso. Ya teníamos algunos regalos que demanda mamá, mis suegros, mi amiga Clara.



Pero les decía que la torta negra nos tentó y decidimos al día siguiente hacer una excursión recorriendo el Valle Inferior del Río Chubut, nos fuimos por la ruta 7 que está toda asfaltada y que nos lleva desde Trelew recorriendo todas las chacras. Me contaban que el asfalto lo hicieron hace poco y se ve que a partir de ello están mejorándose muchísimo las chacras, muchas construcciones nuevas pudimos ver, muchos chacareros con sus tractores trabajando la tierra, otros en forma manual y lo que más me sorprendió fue que de repente veo a un señor arando la tierra con un caballo. Allí nos detuvimos, bajamos del auto y disfrutamos del paisaje y ver como eran trabajadas las chacras del valle. En Trelew y en todo el Valle Inferior del Río Chubut hay muchas chacras que además de hacer sus tareas cotidianas se dedican al agroturismo. Es así que bajo el Consorcio del Valle del Río Encantado brindan distintas propuestas para pasar el día, como por ejemplo recorrer producciones de fruta fina, granjas educativas, cultivos orgánicos, árboles frutales, engorde de ganado, tambos ovinos y bovinos y donde además se valorizan elementos del pasado que son expuestos al visitante. Luego de este breve descanso que les conté, seguimos nuestro viaje, vimos muchas capillas galesas, antes ya habíamos ingresado a Capilla Moriah en la parte sur de Trelew. Una interesante visita guiada nos transportó a la vida que llevaron estos colonos galeses que vinieron a estas tierras para preservar su lengua y sus costumbres y no sólo eso, sino que Cristina -la guía- luego de mostrarnos la capilla, nos llevó hasta un pequeño cementerio donde descansan los restos de los primeros colonos, entre ellos de Lewis Jones a quien Trelew le debe su nombre. Según nos indicó Cristina, es la única capilla que tiene su cementerio. Bueno, luego de estas varias visitas, llegamos a Gaiman y allí si…. rumbo a una de las casas de té. Me habían dicho si vas a Trelew, imperdible tomar el té galés en Gaiman. Allí llegamos, nos recibieron, nos sentamos los cuatro a la mesa y de fondo escuchábamos música celta, muy común en todas las casas de té, y allí la gran sorpresa. Yo pensaba bueno tomo el té, disfruto de la torta negra galesa, pero no… nos sirvieron la mesa y el té venía acompañado con pan casero, manteca casera, torta negra galesa por supuesto, scones, tarta de manzana, de frambueza, de frutilla, lemon pie y tantas especialidades, que no alcanzamos a degustar ni la mitad de lo que nos trajeron. Luego de este especial momento de relax y gastronomía, nos dispusimos a pagar y la señora nos dice si queríamos que nos ponga en una bandeja lo que nos había quedado. No lo podíamos creer… aceptamos gustosamente. Qué linda experiencia!!!



Durante la mañana habíamos visitado el Museo Paleontológico en Trelew, el Mef como ellos lo llaman. Totalmente recomendable. Este museo está ubicado en el centro de la ciudad y guarda allí restos fósiles de 65 millones de años. Se imaginan lo que es sentir que uno se transporte a los orígenes de la tierra. Bueno eso es lo que te inspira el Mef . Recorrimos la exhibición, vimos cómo trabajan los técnicos en el laboratorio y vimos al Tiranotytan, este impresionante carníboro que fue parte de Tecnópolis 2011 y hoy está ubicado en el museo de Trelew. Hay un Geoparque para visitar cerca de Trelew pero lamentablemente no nos alcanzó el tiempo.



El tercer día nos levantamos a la siete de la mañana, termo en mano y mate dispuesto, y emprendimos nuestro viaje directo a Península Valdés. Luego de transitar por la ruta nacional Nº 3 y luego la provincial Nº 2 y encontrarnos en el camino con guanacos, martinetas y maras patagónicas que nos llevaban a disminuir la marcha para que ellas cruzaran, pagamos el ingreso al área protegida y seguimos transitando hasta llegar a Puerto Pirámides. Ya era el mediodía y decidimos almorzar en uno de los restaurantes. Alli nos pedimos una picada de mariscos y luego algunas especialidades en pescados. Luego del almuerzo partimos rumbo a Punta Norte. Hay que verlo!!!!! Desde una distancia de 30 metros pude ver cómo elefantes y lobos marinos convivían en este área natural. Los elefantes grandes, fofos ahí estaban echados en la arena, sin mucha movilidad, porque me contaron que entre los meses de agosto y noviembre se reproducen y es cuando están en pleno apogeo. Los lobos si estaban encantadores, tenían a sus pequeñas crías. Era muy simpático ver cómo las lobas abrazaban a sus pequeños. Los machos de a ratos hacían escenas y se enfrentaban en defensa de sus hembras. Pasamos tiempo hasta que se hicieron las 6 de la tarde y cerraban la reserva. No hubo más remedio y tuvimos que regresar. Un regreso muy tranquilo disfrutando del atardecer cuando el sol se escondía en el oeste y escuchando música country que mi esposo propuso para reflejar lo que estábamos viviendo.

A la noche llegamos a Trelew y un cordero patagónico nos esperó en un restaurante de la ciudad.

Al día siguiente sólo pudimos hacer un paseo rápido por el Museo Pueblo de Luis que tiene toda la historia de galeses y aborígenes y caminamos la nueva peatonal en el centro tomando un helado. Ya al mediodía emprendimos nuestro viaje de regreso a Buenos Aires, ya que al día siguiente a la tarde mi esposo tenía que trabajar.

Nunca voy a olvidar los lindos momentos que pasé en este pequeño paraíso de la Patagonia Argentina.

Hay que vivirlo, hay que sentirlo, hay que escuchar los sonidos del silencio que te proponen algunos rincones

Por:  Orieta


 

 
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