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Laurent Perrier Alexandra Rosé: Pasión infinita con nombre de mujer
Miércoles, 23 de octubre 2013



































En 1982, Bernard de Nonancourt creó una gran Cuvée Rosé de una añada excepcional que reflejaba su pasión y su experiencia.

Lo reunía todo de manera excepcional: el saber hacer de la casa Laurent-Perrier, el trabajo paciente de sus hombres, su continua exigencia, lo mejor que la naturaleza ofrece y las mejores variedades de uva con la madurez perfecta procedentes de los mejores viñedos de Champagne.

Solo las grandes añadas son capaces de reunir todas estas cualidades.

En 1987, tras cinco años de lenta maduración en las bodegas de piedra caliza de Tours-sur-Marne, el vino ya había alcanzado su punto óptimo. Únicamente el nombre de una de sus dos hijas podía hacer honor a esa nueva cuvée ; al coincidir con el año en que se casaba la hija mayor de Bernard de Nonancourt, el acontecimiento familiar fue decisivo para escoger el nombre de Alexandra.

Esta visión adoptada inicialmente por Bernard de Nonancourt sigue guiando aún hoy la excelencia que despliega la Maison en la elaboración de esta magnífica cuvée. Simboliza la pasión infinita por el vino, el testimonio de un estilo y de un espíritu único en Champagne.

La gran obra

Independencia de espíritu ahora y siempre. Todas las creaciones de Bernard de Nonancourt llevan grabada esta máxima. No hay nada más ajeno a su carácter que seguir las modas, las tendencias y ceder al gusto común. La más bella expresión de esta actitud es el champagne Alexandra Rosé Millésimé. Recordemos cómo se gestó.

En 1968, la Cuvée Rosé abrió el camino a los champagnes rosados. Convertido actualmente en una referencia en el mundo de los rosados, este champagne seduce por la voluptuosidad de sus aromas y de sus notas de frutas rojas, frambuesa, fresa y grosella, procedentes de una base de maceración de las uvas de pinot noir. La Maison Laurent-Perrier hace gala de este saber hacer gracias a las competencias adquiridas en la crianza de vinos tranquilos, los Coteaux Champenois, para los que es imprescindible dominar a la perfección el proceso de vinificación de la variedad pinot noir.

Durante esta fase de elaboración del vino, los pigmentos contenidos en la piel de la uva (los antocianos en lenguaje técnico) se difunden en los mostos , tiñéndolos. Ellos son los que aportan a la Cuvée Rosé su capa frambuesa de tonos asalmonados. Pero sobre todo, esta base de maceración es lo que permite obtener y revelar los aromas de frutas rojas.

El arte del jefe de bodega, Michel Fauconnet, su saber hacer o «su imprenta», son decisivos, porque su dominio de las tres técnicas que son la maceración, la vinificación y el ensamblaje condiciona el color, la obtención de los mejores aromas de frutas rojas y, por último, el frescor y la vivacidad característicos del estilo de la Cuvée Rosé Laurent-Perrier.

Esta experiencia única llevó a Bernard de Nonancourt a concebir la idea de una cuvée de prestigio con añada. Una idea que se materializaría en 1982... ya conocen cómo sigue la historia.

Evidentemente, se trataba de ir mucho más allá en materia de exigencia para alcanzar la elegancia y la quintaesencia de los sabores. ¿Cuáles son, además, los pequeños y grandes secretos que hacen de Alexandra Rosé Millésimé un vino excepcional? En pocas palabras, el gran secreto radica también en la independencia de espíritu. Y para saber en qué consiste, es necesario que nos adentremos en las bodegas.

Se mantiene evidentemente el principio de maceración de los granos de pinot noir, pero la audacia del Alexandra Rosé Millésimé va aún más lejos.

Normalmente el pinot noir macera solo. A continuación, sus mostos se vinifican por cosechas. En este caso, las uvas de las dos variedades, pinot noir y chardonnay, maceran conjuntamente, algo totalmente único, raro y original. Para obtener esta fusión, se impone una condición: su plena madurez debe ser alcanzada al mismo tiempo.

Esta oportunidad sólo se da en las grandes añadas. La elección de las parcelas, las uvas y su selección durante la vendimia son esenciales. También es crucial encontrar la proporción justa de las dos variedades (un 80% de pinot noir y un 20% de chardonnay), ya que el futuro vino se gesta a partir de la fase de maceración. Es la base de su carácter. La experiencia y la intuición del jefe de bodega de la Maison Laurent-Perrier ejercerán como hadas madrinas.

Después llegará el periodo del envejecimiento, de la paciencia, durante el cual los aromas se funden y maduran. No menos de siete años. O incluso más como en el caso de la nueva añada de 2004, que ha necesitado ocho años para alcanzar su plenitud. «Nada se improvisa. Y menos el vino», le gustaba decir a Bernard de Nonancourt. Y menos aún la Grande Cuvée Alexandra
Rosé Millésimé, podríamos añadir…

Experiencia de los sentidos

Degustar el champagne Alexandra Rosé Millésimé es una experiencia única, un placer sin igual para los sentidos. La primera sensación revela un universo totalmente distinto al que corresponde habitualmente a los champagnes rosados. Un fino cordón de espuma engasta la circunferencia de la copa, donde nace una burbuja fina y persistente. Los tonos grosella y frambuesa cambian totalmente el registro. Un ámbar rosa, diáfano, ilumina la copa de cristal. Más allá de un color concreto, la cuvée Alexandra Rosé Millésimé proyecta la luz de las puestas de sol de invierno de las llanuras y laderas de Champagne, cuando el cielo anaranjado se
enciende con la llama de los últimos rayos de sol.

En nariz, desarrolla aromas de cítricos confitados, profundos y golosos antes de desplegarse en boca. Después, una sensación de gran mineralidad estructura el paladar, el vino difumina su tensión y permite entonces la percepción de una sucesión de sabores. El abanico es amplio: especias suaves, matices metálicos, frutas aciduladas, rosas secas. Una complejidad indiscutible en la que los sentidos no pierden jamás el hilo de un placer inédito.

Alexandra Rosé Millésimé ofrece una personalidad singular: masculina por su intensidad y su potente estructura, femenina por la infinita delicadeza de su capa y sus sabores. Un encuentro inolvidable.

2004: nacimiento de una añada

Únicamente las añadas excepcionales son dignas de ofrecer una gran cuvée Alexandra Rosé. Son añadas raras y esperadas.

Cada vendimia se observa y evalúa con atención. Michel Fauconnet lo analiza y sopesa todo: la calidad de las bayas, su concentración de azúcar, su acidez, su potencial de maduración.

Recordemos que la lluviosa primavera de 2004 dio paso a un verano soleado. La humedad de la primavera permitió la abundancia de la uva.

Contra todo pronóstico, la del año 2004 se reveló como una añada de carácter generoso y opulento. En septiembre, cantidad y calidad se dieron la mano y la región de Champagne batió récords. Las primeras pruebas efectuadas en las viñas confirmaron el estado de salud de la añada. En su conjunto, los especialistas reconocen que el año 2004 fue uno de los más grandes de las dos décadas precedentes.

17 de octubre de 2013

La fecha no es casual. El lanzamiento mundial de la Grande Cuvée Alexandra Rosé Millésimé 2004 tiene lugar el mismo día, 26 años después, de la presentación oficial de la primera añada (1982) en 1987.

Desde esa primera añada, la Maison Laurent-Perrier ha producido seis añadas. Ahora siete, tras el lanzamiento de la añada 2004.

Solo siete en 26 años, se podría objetar. Pero eso sería olvidar que la rareza y la excepción es lo que caracteriza el nacimiento de Alexandra Rosé Millésimé.

Además, en honor a las añadas anteriores de 1982, 1985, 1988, 1990, 1997 y 1998, siete ciudades acogen este lanzamiento mundial: Bruselas, Londres, Marrakech, Nueva York, París, Río de Janeiro y Roma.

La botella y el estuche

La rareza de Alexandra Rosé Millésimé debía expresarse con una botella majestuosa y refinada. Su forma singular la hace digna de los maestros vidrieros del siglo XVII. El perfil único de sus hombros y la elegancia de su esbelto cuello de cisne convierten a esta botella en una reinvención de las botellas sopladas que contuvieron los primeros vinos de Champagne en la corte del rey de Francia.

Motivos de oro empolvado engalanan su etiqueta. Para esta nueva añada, Alexandra Rosé Millésimé vuelve a sus raices y se inspira en la etiqueta redonda de la primera añada de 1982. El elegante juego de simetría de las curvas que se entrelazan en semicírculos queda acentuado por la selección de un texto de presentación exquisito. Las volutas doradas han desaparecido para dar paso a un fino ribete cobrizo.

La botella se aloja en un nuevo estuche, un auténtico joyero para esta gran añada. Su soberbia madera recuerda que se trata de un gran vino de Champagne. Lo convierte en un objeto precioso, sensual, masculino y a la vez refinado, elegantemente sobrio, a imagen del carácter singular de Alexandra Rosé Millésimé.

Por primera vez en su historia, este vino excepcional está disponible en formato magnum: la seducción definitiva...





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