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Viña Moraima: 100% Albariño, 100% Galicia
Enero de 2014 - Manuel Medina | Barro (Pontevedra)
   



























    Hablar de Albariño es hablar de Galicia. Variedad preferente de la Denominación de Origen Rías Baixas, la uva Albariño y los vinos que de ellas se obtienen poseen un prestigio internacional y un reconocimiento del más alto nivel.

    Cuenta la leyenda que fueron los monjes de la Abadía de Cluny los que llevaron la uva a otro monasterio, el de Armenteira, en Pontevedra, en el siglo XII, para desde allí extender su cultivo al resto de Galicia y norte de Portugal. Esta teoría, así como muchas otras, se consideran actualmente meras fábulas. El Albariño es una variedad autóctona propia de Galicia. Nada les debemos en este caso a nuestros queridos vecinos franceses.

    Si algo identifica a esta uva es su aroma, que recuerda al del albaricoque. El vino Albariño es un vino blanco, amplio, seco, muy ligero y delicioso. De las bodegas que lo elaboran, por su excelencia, destaca una: Viña Moraima.  Esta pequeña cooperativa vitivinícola nace en el año 2006 en Barro -Pontevedra- y fue acogida a la Denominación de Origen Rías Baixas desde su creación. Está formada por viticultores, algunos con tradición familiar centenaria, que decidieron unirse para elaborar vinos con las características propias de las plantaciones de las "Abas do Val do Salnés", un paraje en el que cada año se obra el milagro de la vida en forma de uva. Conocedores de las especiales características de sus viñas y confiando en su potencial, decidieron participar en todo el proceso de producción y elaboración del vino, partiendo de la tradición pero adaptándose a las modernas técnicas actuales. 

    Un alto porcentaje de la producción de la bodega proviene de cepas de pie franco o patrón directo, cepas prefiloxéricas que se fueron reproduciendo por acodo y sin ningún tipo de injerto, manteniendo por tanto mayor pureza en el material genético. Las viñas se encuentran sometidas a la influencia atlántica, temperaturas suaves y altas precipitaciones. El sistema de conducción es el emparrado y se usan las técnicas de viticultura propias de la zona: poda tardía, desfollaje y aclareo, sacrificando la cantidad por la calidad. La filosofía de los socios de Viña Moraima queda patente en la afirmación de que "hacemos una viticultura minimalista e integrada, consistente en un mayor aporte del control y la no aplicación de tratamientos hasta que no sean precisos".

    La elaboración de la bodega comienza en el viñedo, pues se trabaja durante todo el año para alcanzar unas características enológicas favorables que después se han de materializar en un vino muy marcado por el Terroir. Sin olvidar la tradición en los procesos de elaboración, esta bodega ha invertido en un moderno equipo que permite sacar el máximo partido al fruto de la viña. Una decidida y clara apuesta por la calidad que lleva a cabo un joven equipo de enólogos que complementa a la tradición cosechadora de otra parte de los socios. Viña Moraima limita su producción, que ronda las 50.000 botellas, pues la excelencia y no la cantidad es lo que persigue este grupo de hombres y mujeres enamorados del fruto que su tierra les brinda.

    "Moraima" es el nombre que recibe uno de los vinos por ellos elaborado. Proveniente de las parcelas con las cepas más antiguas, donde llevan a cabo la vendimia manual, tal como marca la tradición y seleccionando los racimos, se procede a macerar las uvas libres de raspón unas siete horas. La fermentación alcohólica se demora 14 días para posteriormente llevar a cabo una crianza en sus lías durante cuatro meses y reposa hasta el momento óptimo de embotellado, no antes de mayo del año siguiente. Estamos ante un vino amarillo con matices acerados y bordes verdes, limpio y brillante. Llama la atención su alta intensidad olfativa, de gran complejidad aromática, marcada por los aromas a fruta con hueso madura y flores blancas. Equilibrado y con ligera acidez, buena estructura en su paso de boca, untuoso y persistente. Post-gusto muy frutal, largo y sabroso.

    "Aba de Trasumia", su otro elaborado, parte de un mimo similar al anterior en la fase de cosecha y paso a bodega. De aspecto amarillo verdoso, brillante con notas doradas, en nariz se muestra fresco, elegante, con notas minerales y de frutos cítricos. Amplio en boca, goloso y con una equilibrada acidez. Final intenso con amplias sensaciones y recuerdos varietales.

    Para los amantes del enoturismo y para los que recorran la comarca, la visita a la bodega es una gratísima experiencia que no deberían de dejar de lado. Un recorrido por las instalaciones de la bodega con degustación, una ruta guiada por Barro y por el entorno más cercano a la bodega, la iglesia románica de Agudelo y el Ayuntamiento de Barro, son algunas de las opciones que se proponen a los visitantes. De mayor duración -unas cuatro horas- sería realizar la ruta por Caldas de Reyes y Campolameiro. Esta visita con guía por el casco antiguo medieval de Caldas de Reyes, un recorrido por el río Umia hasta las cascadas y visita a los petroglifos y restos castreños de Campolameiro, para finalizar con una degustación en la propia bodega es algo que el viajero guardará entre sus recuerdos de forma entrañable. Otra opción es visitar la capital, Pontevedra. Gustosos nos organizarán un recorrido con guía por su casco antiguo para conocer los monumentos más característicos. En cualquier caso, si no tenemos la oportunidad de visitar esta magnífica bodega, lo que no hemos de dejar pasar es la ocasión de degustar sus excelentes vinos. Las más prestigiosas vinotecas y los mejores restaurantes serán embajadores del sabor del Albariño -que es sabor de Galicia- que Viña Moraima encierra en todas y cada una de sus botellas.
    

Viña Moraima
Porrans, 1 baixo
36191 - Barro (Pontevedra)
Tlf/Fax: 986 711 206
contacto@adegamoraima.com


   
©Manuel Medina
Escritor y Viajero
   



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