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Gastronomía 5 Estrellas en Kamakura
Manuel Medina. San Roque -Cádiz-, Marzo de 2014
   






























    "Gastronomía 5 Estrellas", la reciente apuesta en formato televisivo creada por el gran profesional de medio Félix Ramos, nos acerca a la cocina del Imperio del Sol Naciente.

    Recordemos que Gastronomía 5 Estrellas convierte en plató por unas horas las salas de los más prestigiosos y selectos restaurantes. Varios expertos junto a un invitado se ocupan de analizar y evaluar la experiencia vivida en los establecimientos seleccionados. En esta segunda entrega, el programa viaja a unos de los lugares más exclusivos y hermosos de la Costa del Sol, San Roque Club. En este incomparable marco se ubica el restaurante japonés Kamakura, del que es embajadora Saeko Hamada. La grabación del programa Gastronomía 5 Estrellas contó en esta ocasión con la inestimable colaboración de la propia Saeko, una mujer que más allá de actuar como perfecta anfitriona e ilustrar múltiples aspectos de la cocina nipona, se prestó amablemente a narrar parte de la milenaria historia de su familia, pues es descendiente directa de una de las más nobles estirpes de Samuráis de Japón.

    Los críticos gastronómicos Maribel Romero, Michel Forgues Lacroix y quien rubrica estas líneas, junto al presentador Félix Pedro Ramos, el periodista de ¡HOLA! Ángel Llamazares y el restaurador Manrique Busto, oíamos absortos el épico relato de una noble casta de Samuráis en boca de su actual y digna heredera, Saeko Hamada.

    Pese a que pueda parecer que todo es sabido en relación a estos nobles, mezcla de monjes y guerreros, en occidente hay dos facetas casi desconocidas: el gran interés que los Samuráis poseían por las Bellas Artes y por la gastronomía. Ambos aspectos vienen -y mucho- al caso. Muchas de estas familias cultivaban la literatura, la música y la pintura. Esta sensibilidad, transmitida de generación en generación, nos lleva al día en el que un hombre lleva de la mano a su nieta a visitar una exposición itinerante de obras del Museo del Prado. Ante uno de los lienzos expuestos, la niña queda absorta. Casi hipnotizada. El Niño Jesús en la parábola bíblica del Buen Pastor que apacienta y cuida de sus ovejas. Un obra delicada, amable, dulce. Murillo, uno de los grandes pintores de temas infantiles, dejó en la pequeña tal impronta que desde entonces esta imagen le acompaña y supuso el comienzo de un deseo ya cumplido: dejar atrás la ciudad de Tokio que durante muchas generaciones albergó a sus antepasados, para trasladar su residencia a nuestro país.

    Saeko, la niña de nuestra historia, ya mujer, porta en su sangre la pasión por la Gastronomía de sus ancestros. Durante mucho tiempo fue un problema cocinar el arroz en el transcurso de las campañas bélicas japonesas. Tokugawa Ieyasu, primer shogun del shogunato Tokugawa, ideó un método para ello: proveyó cascos de hierro a sus miembros de infantería y dentro de ellos se cocía el arroz. Durante los banquetes de despedida, los guerreros compartían kachi-guri (castañas secas), konbu (alga marina) y Sake. Estos alimentos se disponían en tres cuencos simbolizando el cielo, el hombre y la tierra.

    El Restaurante Kamakura abrió sus puertas en 1997, coincidiendo con la Ryder Cup celebrada en Valderrama Golf Club. Una decoración de la que emana la pureza del diseño japonés y una cocina tradicional de primer nivel sitúan a Kamakura como uno de los mejores restaurantes japoneses, no sólo de la Costa del Sol sino de nuestro país.

    La degustación servida consistió en Cobachi de verdura y pollo, Ensalada de Solomillo salteado con ajo frito y salsa Ponzu, Ensalada de pollo con aguacate y tofú, una selección impresionantemente presentada de Sushi, Sashimi y Makis, Pollo Kamakura con ika, yaki, ebi fray… y procedente del Teppanyaki, Solomillo Teppan con Arroz Frito. El Teppanyaki es un estilo de cocina japonesa en directo muy espectacular. Tal maestría reviste las técnicas de elaboración, que resulta difícil a veces dilucidar si estamos ante un Chef o un maestro en artes marciales. Movimientos calculados y una coreografía magistral. Un postre Yukimidaifuku y helado de té verde fueron broche final.

    En el capítulo de bebidas, la Cerveza japonesa Asahi dio paso al Cava Juvé y Camps Reserva de Familia. No podía faltar el Sake, típico licor japonés de arroz y un vino tinto de la zona de Cádiz. Creo procedente matizar, ante la proliferación del término "vino de arroz" en algunos establecimientos, para hacer referencia al Sake, de lo inadecuado del vocablo. El vino sólo puede ser de uva. En esta ocasión el licor de arroz, servido templado, muy adecuado para esta estación del año, regalaba aromas a cedro y un sabor que puede recordar al plátano. Maridó a la perfección tanto con pescados y mariscos como con la carne y realzó las distintas condimentaciones. Tras el ágape, se pasó a un "Tatami", tradicional habitación de estilo japonés en una zona reservada del Restaurante, con el fin de llevar a cabo el análisis y correspondiente puntuación, que fue muy elevada en consonancia con un establecimiento, como es el caso de Kamakura, de muy Alta Gastronomía. Si sumamos a ello la espiritualidad Zen que se respira en cada detalle y que se saborea en cada bocado, podemos afirmar que visitar Kamakura es toda una experiencia para el cuerpo… y para el alma.

©Manuel Medina
Escritor y Viajero




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