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Jazz entre vinos y amigos
Manuel Medina. Benalmádena Costa. Abril de 2014.
   





























Si hay algo que pueda mejorar la ya de por si magnífica experiencia sensorial de la cata de vinos es hacerlo entre amigos. Sucede como con el Jazz. Los orígenes, la historia y el presente de esa música no hubiese sido lo mismo sin el concepto de la amistad. Amistad y complicidad entre los músicos que se unen y reúnen para interpretarla. Amistad entre los que nos reunimos para disfrutarla.

Viene a mi memoria -y espero que a la de los que ya suman un respetable número de décadas- un programa de la televisión pública española: "Jazz Entre Amigos", un espacio semanal de divulgación de la música de jazz con parte de historia, grabaciones y actuaciones en directo. Lo presentaba Juan Claudio Cifuentes y lo dirigía Javier Diez Moro. ¡Qué tiempos!. Durante muchos años los españoles estuvieron huérfanos de muchas cosas y una de ellas fue la posibilidad de conocer el jazz internacional. En 1984 y durante siete años, tuvimos la posibilidad de conocer todos los estilos de este género gracias a aquel mítico programa. Desde el jazz de vanguardia al más clásico, además de acercarse al jazz fusión con españoles como Carles Benavent y Jorge Pardo. Se pudo ver y escuchar jazz tradicional: Louis Armstrong, Count Basiey, Joe Wiilliams, Benny Goodman, Cootie Williams, Gillespie…  Fueron casi 350 programas consagrados a la difusión de esta música con una fiel y nutrida audiencia que fue suprimido sin más de la noche a la mañana.

Casualidad que 1984, año de la primera emisión de Jazz Entre Amigos, sea el mismo año que dio título a la famosa novela -Nineteen Eighty-Four en su versión original en inglés- de George Orwell. En esta novela política de ficción, publicada en 1949, se introducen los conceptos del omnipresente y vigilante Gran Hermano o Hermano Mayor, de la ubicua Policía del Pensamiento y de la "neolengua", adaptación del inglés en la que se reduce y se transforma el léxico con fines represivos, basándose en el principio de que lo que no forma parte de la lengua, no puede ser pensado.

Y todo ello lo saco a colación porque hace justo treinta años que podíamos disfrutar de espacios de libertad que a nuestros jóvenes en la actualidad, convertidos en devotos consumidores a las órdenes del Gran Hermano, se les niega. Los años 80 fueron míticos. Hay cosas que sólo pueden suceder una vez. Franco murió y la gente descubrió una palabra: libertad. En España se legalizaba el Partido Comunista y los Sex Pistols cantaban Anarquía en el Reino Unido. Nos hicimos europeos, modernos y perdimos los complejos. Tuvimos un gobierno de izquierdas al son de los pelos cardados y teñidos de Alaska y Almodóvar. Andy Warhol visitó Madrid, originando un cataclismo social sin antecedentes. Los fanzines se multiplicaban, los sellos independientes plantaban cara a la industria establecida y los programas de Radio 3 se encargaban de difundir a través del éter tanta novedad. Los niños -actualmente sedados por canales como Boing- pegaban su nariz a "La Bola de Cristal". Una época contradictoria, sin duda, pero mágica al fin y al cabo. Los que vivimos aquellos años de forma intensa sabemos que hay cosas que no podemos recuperar, como por ejemplo nuestra juventud, pero sí habría que tratar de recuperar la misma libertad y la misma alegría de entonces.

Debiera haber sido lo gastronómico el trasfondo de este artículo. Y lo es. A los que vivieron aquellos años -y a los que no- les animo a que huyan y rehúyan de los espacios gastronómicos embutidos en centros comerciales con tufo a franquicia y música sampleada para que, dando esquinazo a la "Policía del Pensamiento" y desoyendo al Gran Hermano busquen y encuentren en lo diferente lo auténtico. Es justo lo que hubo hace unos días en los salones de nuestro buen amigo Manrique Busto, en los platos de Miguel González, en los vinos de Jorge Velasco de la distribuidora "Le Terroir", en el servicio de sala de David Flores y en los acordes de la guitarra del brillante guitarrista de Jazz Javi Rosso. Disfruté de vinos y Jazz entre amigos. De aquellos vinos, de aquellos platos y de aquella guitarra quería haber hablado, finalmente no lo he hecho… ¿o tal vez si?  

©Manuel Medina
Escritor y Viajero

           
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