Editorial I Cruceros en Familia I El universo del Crucero (XXV)
Manuel Medina I Diciembre de 2014
Antes de abordar directamente el asunto, establezcamos que en el caso que nos ocupa, el término familia quedará definido como un grupo de personas -dos o más- unidos por un vínculo de parentesco y entre los cuales hay uno o más menores de edad. Por tanto, una pareja sin hijos que viajan solos o con otros familiares adultos no será objeto del presente artículo. Sin duda, en estos casos, habrá también que tener en cuenta esta circunstancia de vínculo familiar a la hora de elegir y planificar un viaje de cruceros -sobre todo si hay miembros de la tercera edad-, pero insistimos, nos ocuparemos en esta ocasión de las peculiaridades que se presentan al viajar con niños o adolescentes.
Pero comencemos por el principio. ¿Es recomendable para los niños el crucerismo como modalidad turística vacacional? Rotundamente si. Sin paliativos y casi sin matices. Cosa muy distinta es que una pareja desee -con todo el derecho del mundo- solicitar a algún familiar (ni que decir tiene que los abuelos poseen todas las papeletas) el cuidado de sus vástagos en lo que disfrutan de una segunda luna de miel a bordo de un buque de cruceros.
Un crucero es una de las mejores formas de disfrutar de unas vacaciones familiares y sin duda nos proporcionará momentos muy especiales tanto a bordo del buque como en los destinos. No en balde, se ha convertido en los últimos años en una de las opciones más tenidas en cuenta en la planificación de vacaciones familiares, máxime si deseamos conocer varios destinos internacionales sin el suplicio de interminables kilómetros de carretera o hégiras entre hoteles y aeropuertos cargados de no sólo maletas, sino del sinfín de artilugios que nuestros hijos requieren.
Para un niño, un crucero puede llegar a ser sinónimo de aventura. No sólo por el concepto romántico de la navegación -cuyas sensaciones quedan muy diluidas en los grandes barcos-, sino porque el propio buque es en sí todo un nuevo universo por descubrir para los ojos de un niño. Sumemos las propias actividades a bordo especialmente diseñadas para los más pequeños y la magia estará servida.
Las rutas en crucero pueden ser sin duda las vacaciones familiares perfectas a la par que una cómoda, agradable, relajante y placentera forma de desplazarnos entres los destinos. Y no olvidemos un aspecto que puede significar una verdadera y auténtica tortura cuando vamos de hotel en hotel con nuestros hijos: hacer y deshacer maletas cada día. Esto no sucede en un crucero. Tampoco hemos de manejar dinero -al menos a bordo, pues la tarjeta del camarote será el medio de pago diferido que usaremos-. Transporte, alojamiento, gastronomía, ocio y entrenamiento. Todo en un solo lugar: nuestro barco.
A las instalaciones genéricas del buque, de las que hemos hablado ya en anteriores entregas de esta serie de artículos, sumemos las especialmente diseñadas para niños de distintas edades así como para adolescentes: Miniclub o Teenagersclub en los que los que profesionales acreditados se ocupan de programar el ocio a bordo para ellos -no sólo en navegación sino a veces mientras los adultos visitan un destino-, restaurantes o rincones tematizados y con gastronomías desenfadadas, salas de juegos de mesa, zonas provistas de la última tecnología en entretenimiento digital, pistas deportivas, piscinas y parques acuáticos para menores, pistas de patinaje -incluso sobre hielo-, cabinas de simuladores, videojuegos y un larguísimo etcétera.
Si deseamos que toda la experiencia vacacional sea tematizada en torno al mundo de los niños, la compañía Disney Cruise Line, propiedad de Walt Disney Company, posee buques en los que la fantasía navega por un mundo de ensoñación. En otros casos, son los mayores los que desean disfrutar de un crucero a su aire y disponer de total libertad y flexibilidad en todos los sentidos: nada de horarios, etiquetas ni mesas asignadas en "macrorestaurantes". Para eso, algunas compañías, como es el caso de NCL, ofrecen el "Freestyle Cruising". En cualquier caso, en todas las compañías los niños son bienvenidos. Todos los buques actuales están en mayor o menor medida preparados y adaptados para los cruceros en familia. Los camarotes familiares triples, cuádruples incluso quíntuples, para que las familias puedan viajar juntas, se suman a otras opciones de alojamientos como las junior suites.
En definitiva, un crucero acompañado de niños es una fantástica experiencia tanto para ellos como para nosotros. Incluso nos atrevemos a afirmar que en fechas escolares, la breve ausencia de las aulas puede quedar totalmente justificada. El impacto que esta modalidad de viajes posee para la educación de nuestros hijos es muy positivo. Descubrir distintas culturas se suma al tener que desenvolverse con el tema idiomático en el barco -aunque el castellano siempre tiene cabida, es el inglés el idioma generalizado-. Conocerán otras gastronomías, a niños de otros países, otras visiones antes cosas tan cotidianas para ellos como los juegos grupales, tendrán que adaptarse a entornos distintos, en definitiva, tendrán otras opciones a las habituales en su entorno natural, lo que redundará en su desarrollo socio-emocional.
Aquellos que amablemente hayan llegado hasta este punto en la lectura de este artículo -ya a punto de concluir- y que ya hayan disfrutado de algún crucero con niños, pensarán que hemos olvidado un importante aspecto. No es así. Lo hemos dejado adrede para el final y de ese modo zanjar el asunto para aquellos que, pese a todo lo expuesto, aún tengan dudas: en la mayoría de las compañías -con algunos matices como el pago de las tasas y del servicio-, los niños viajan GRATIS.
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Manuel Medina
Escritor y Viajero