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La promoción turística en las pequeñas localidades
El Día de la Almendra y las enseñanzas de Don Juan Tenorio

23.10.11 - Manuel Medina | España




















La localidad malagueña de Almogía celebró en septiembre, como cada año, la séptima edición del Día de la Almendra. Una jornada de promoción con el fruto del almendro como protagonista y sus políticos como ausentes.

Calles estrechas, empinadas, irregulares  (de clara influencia morisca)  y blancas casas de dos plantas, colgadas en colinas imposibles dan la bienvenida al viajero que -dejando a su espalda playas y núcleos turísticos- se adentre por el norte de la provincia de Málaga y el oeste del Parque Natural de los Montes de Málaga.

Olivos y almendros, enraizados en una extremadamente accidentada orografía, fueron testigos del auge que durante la Edad Media tuvo esta localidad al ser un importante punto estratégico militar. A la belleza de este entorno natural nos podemos asomar mediante un simple paseo por el Monte de Santi Petri de formas redondeadas o atravesando alargadas lomas hasta el Tajo la Rambla.
Además de la romería de San Isidro en el mes de mayo; el concurso de trilla, el festival de verdiales (Almogía, cuna de éste género, posee su estilo propio caracterizado por un toque más rápido con el dominio del violín) y la feria en agosto; el Día de la Almendra es una magnífica ocasión para acercarnos a este pueblo de algo más de cuatro mil habitantes.

Así lo hicimos, vivimos este día de forma especialmente intensa, y no solo por recorrer sus calles, degustar el ajoblanco con almendras acompañado de vino dulce junto a los “borrachuelos” de almendra o maravillarnos con el mercadillo artesanal y gastronómico, todo ello amenizado por el coro rociero de Nuestra Señora de la Asunción y por la Panda de Verdiales de Los Moras.

Y no solo por todo ello -reiteramos-, que poco no era, sino porque tuvimos la oportunidad de poner nombre y apellidos a algunos de los verdaderos artífices de este evento promocional que nos transmitieron tal pasión por su amada localidad, que difícil elección sería destacar a uno de ellos sobre el resto como embajador o embajadora de la que fue llamada por los árabes de la tribu “al-mexíes” como  “La Hermosa”.

Antonio y Lina con su mágica artesanía en torno al sombrero del verdialero, Francisco Morales narrándonos las excelencias de los vinos, Paco Hidalgo artista de la cerámica especializado en murales sobre azulejos, una encantadora abuela recitándonos a sus casi ochenta años sus creaciones poéticas, un grupo de jóvenes músicos  dignos representantes de una juventud que apuesta por su municipio…

A ti, anónimo político, no he podido ponerte nombre. Como viajero he asistido a infinidad de eventos promocionales turísticos en infinidad de lugares y como escritor tengo por norma al menos saludar si no entrevistar al regidor de la villa o por defecto a su representante, fácil empresa pues suelen estar al frente de todos los actos programados.

En ésta ocasión no ha sido posible -por más que lo he intentado- , ni finalmente necesario dicho sea de paso. En muchos puntos claves del evento he comprobado que no era el único que notaba esta ausencia institucional. Un amable señor de pelo blanco y eterna sonrisa me comentó, al interpelarle en la plaza por esta carencia que “…seguramente estarán con personas importantes en alguna recepción”.

Fue en ese preciso instante cuando nació el encabezado de este artículo, pues José Zorrilla puso en boca de Don Juan Tenorio lo que con cariño ahora te cito sin antes, anónimo político, felicitarte por tu pueblo y por tu gente:

“Yo a las cabañas bajé,
yo a los palacios subí,
yo los claustros escalé
y en todas partes dejé
memoria amarga de mí. “



© 2011, Manuel Medina
Escritor y Viajero
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