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ANÁLISIS La guerra de las Malvinas se libró hace 30 años, aún enciende ánimos
Sábado, 31 de marzo 2012




















  Por Michael Donhauser (dpa)

Londres, 31 mar (dpa) - Cuando en el Reino Unido sale el tema de las islas Malvinas, los primeros que se hacen oír son los viejos militaristas. Una mezcla de orgullo nacional y capricho, y otro poco de sentido común dominan las discusiones sobre el archipiélago 30 años después del conflicto bélico con Argentina.

Un grupo de veteranos de la guerra escribió hace poco al gobierno diciendo que el Reino Unido necesita hacerse rápidamente de un portaaviones, de lo contrario se cierne otra amenaza de un ataque de Argentina a las islas del Atlántico Sur.

El secretario de Defensa británico, Philip Hammond, desestimó esa posición al asegurar que "no hay necesidad" de "reforzar" militarmente las islas porque los aviones de la Fuerza Aérea argentina tienen más de 40 años. "Los rápidos jets británicos en las islas son más que suficientes", afirmó.

   El 2 de abril de 1982, la junta militar que gobernaba argentina ocupó el archipiélago, un territorio de ultramar británico desde 1833. Los apenas 80 soldados ingleses estacionados allí no tenían ninguna chance y tuvieron que capitular.

   El gobierno en Londres, liderado por la conservadora primera ministra Margaret Thatcher, se lanzó con bombos y platillos a la guerra.

Fue un conflicto bastante sangriento: alrededor de 1.000 soldados perdieron la vida. Más de 300 argentinos murieron tan sólo en el controvertido hundimiento del crucero General Belgrano. Pocas semanas después, se produjo la victoria británica.

Los argentinos tuvieron que retirarse de las Malvinas (Falklands, para los británicos), lo que supuso la estocada final para la dictadura que imponía su régimen de terror desde 1976 y permitió la transición hacia la democracia.

   A pesar del ruido de sables que parece manar de algunas conversaciones, todos los expertos descartan actualmente la posibilidad de una nueva ofensiva militar por parte de Argentina.

No sólo no pareciera buscarlo el gobierno de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, sino que, desde el punto de vista militar, sería un suicidio. Incluso aunque lo quisiera, Argentina no tiene los medios ni la potencia militar para volver a embarcarse en un conflicto armado de esa magnitud.

   Sin embargo, la victoria política final en el Atlántico Sur no parece completamente afirmada 30 años después de la guerra.

Las Malvinas son apreciadas por los británicos. La base militar en la que hasta hace poco el príncipe Guillermo cumplió una instrucción militar como piloto de helicóptero cuesta mucho dinero. El transporte y la logística son complejos y costosos. Prácticamente sólo es posible abandonar la isla por aire.

Así y todo, el primer ministro británico, David Cameron, reitera: "La voluntad de los habitantes de las islas cuenta". Y estos quieren cualquier cosa, menos ser argentinos.

   Más allá de todos los juramentos de fidelidad de los políticos británicos, el experto del diario "The Guardian" Peter Preston no cree que las islas sean del Reino Unido por siempre.

"En algún momento se venderán las Falklands", dice. El precio podría ser negociado entonces en petrodólares. Hace dos años, una empresa británica descubrió petróleo en la cuenca de las Malvinas. En total, se estima que podrían hallarse allí reservas de 60.000 millones de barriles.

Argentina quiere llevarse su tajada y, según los expertos, es probable que lo logre. "Se encontrará un camino para participar a Argentina", dice Victor Bulmer-Thomas, del reconocido centro de investigación londinense Chatham House.

   Por eso, Argentina presiona a Londres y a los 3.000 habitantes de las Malvinas con una pinza político-económica. Las frutas y verduras son algo bastante inusual en el clima duro de las islas del sur y deben ser importadas.

"Ellos (los argentinos) hacen de todo por complicarnos la vida", se queja Joost Pompert. El holandés vive desde hace varios años en las Malvinas y se desempeña como experto en pesca para el gobierno británico. "Ayer pagué 2,80 libras por tres bananas", dice.

   Además, Buenos Aires logró dificultar el atraque de barcos con la bandera de las islas en los puertos latinoamericanos gracias a la solidaridad de los demás países. La consecuencia son los altos precios.

Argentina también puso fin a toda colaboración en la pesca, que representa el 60 por ciento de la economía de las Malvinas. "Habíamos fijado la cuota de pesca para una especie de bacalao en 50.000 toneladas y pescamos nuestras 25.000. Argentina pescó 60.000", afirma Pompert.



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