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De visita en las minas de plata de Bolivia
Viernes, 12 de octubre 2012 Por Helen Livingstone (dpa)






















POTOSÍ, Bolivia (dpa) - Dinamita y una botella de alcohol concentrado no parecen a primera vista los mejores regalos para llevar en un viaje a las montañas de Bolivia. Pero los turistas que planeen visitar las minas de Cerro Rico en Potosí no deben olvidarse estos objetos tan poco comunes para regalar a los mineros.

El monte y sus tesoros hicieron de Potosí, una de las ciudades más altas del mundo a casi 4.100 metros sobre el nivel del mar, uno de los botines más preciados de los conquistadores españoles, si bien la extracción de plata y otros minerales en esta región del sur de Bolivia constituye hasta hoy un gran drama humano para la población local.

"Ocho millones de personas han muerto en estas minas", explica Reynaldo Ramírez Uzeda, un ex minero que ofrece ahora visitas guiadas a los turistas.

El Cerro Rico se levanta sobre la hoy empobrecida ciudad como un recuerdo permanente de su oscuro pasado. Sus laderas están recubiertas de desechos de cientos de años de actividad minera.

Hoy hay unos 11.000 mineros, 1.000 de ellos niños, algunos incluso de menos de 12 años. Las condiciones de trabajo y los métodos de extracción apenas han cambiado desde que en 1545 fue encontrada plata en Cerro Rico. Los mineros extraen hoy otras materias primas: estaño, cobre, zinc y plomo. La mayor parte de las existencias de plata fueron extraidas a finales del siglo XIX.

Ex mineros guían ahora a los turistas por los túneles que se extienden bajo el monte a lo largo de kilómetros. Los visitantes llevan consigo regalos para asegurarse que serán recibidos amistosamente por los mineros. La dinamita y el alcohol son los favoritos de los lugareños.

Uno de los guías es Ramírez. Trabajó durante tres años en las minas. Su padre murió a los 44 años por una intoxicación de alcohol, después de trabajar por dos décadas en Cerro Rico. "Mi madre se peleaba constantemente con él por su alcoholismo", afirma Ramírez. "Después de pasar todo el día en la mina, encontraba refugio en el alcohol".

Uno de sus hermanos mayores murió a los 16 años mientras trabajaba en la mina, al caer desde 30 metros por una de sus gargantas.

Estos dramas familiares son sólo una pequeña partes de la gran tragedia de Cerro Rico. La mayoría de los mineros mueren 10 o 15 años antes de la media nacional. A menudo se producen accidentes. Pero la causa de muerte más frecuente son las enfermedades pulmonares que se desarrollan cuando se respira polvo venenoso en las minas.

"Al principio tenía miedo, pero uno se acostumbra", afirma don Mario, de 35 años y quien comenzó hace 20 a trabajar en la mina.

Antes del comienzo de la jornada, los trabajadores se concentran en el exterior frente a la mina. Tienen la cabeza baja y mascan hoja de coca. Desde hace miles de años, los lugareños en los Andes la usan como medicina y tranquilizante. "Se olvidan los dolores de cabeza y el mal de alturas. Hace bien al estómago y da fuerzas", explica Ramírez.

La entrada a la mina de Rosario, que todavía conserva sus muros del siglo XVI, está inundada de agua sucia. En el interior, en el laberinto de túneles de los que algunos apenas tienen un metro de alto, el suelo está lleno de tierra y la temperatura oscila entre los 10 y los 30 grados.

De tanto en tanto en las paredes de la mina se encuentran pequeños nichos en recuerdo a quien llaman Tío Jorge. Las estatuas de escayola son representaciones del "señor de las minas" al que los mineros imploran su protección. Su rostro es oscuro y alrededor de su cabeza han colocado serpentinas de colores. Su boca está llena de cigarrillos y hojas de coca.

Incluso lleva una rodillera de piel, un recuerdo a los esclavos africanos, que eran más altos que la población local y tenían por ello mayores dificultades para moverse por el túnel.

Después de tomar ellos mismos un trago, los mineros echan dos gotas de licor en el suelo, uno por el Tío Jorge y otro por la madre tierra.

"Estoy contendo de haber venido, pero no es una experiencia que me gustaría repetir", afirma un australiano de 31 años. "Ahora tengo mucho respeto ante la gente que trabaja aquí".

¿Y le molesta a los mineros que los contemplen mientras trabajan cono si fueran animales en el zoo? "No", afirma don Leonardo, quien trabaja desde hace 20 años en las minas. "Son tranquilos y nos traen regalos. Para nosotros son una bonita distracción".

"Me alegra que conozcan nuestra realidad", añade don Mario, quien abre un agujero en la pared para colocar un explosivo en busca de una veta de estaño. "Esto no es como ir a un museo".

INFORMACIÓN BÁSICA: BOLIVIA

Cómo llegar: Desde Europa no hay vuelos directos a Bolivia. Los viajeros deben tomar un vuelo de conexión desde Estados Unidos o algún aeropuerto sudamericano. El único aeropuerto internacional es el de La Paz. En Potosí hay un aeropuerto nacional. Con un pasaporte de la Unión Europea no es necesario visado.

Seguridad: El Ministerio de Asuntos Exteriores de España recomienda tomar precauciones en vista de que son frecuentes las marchas, concentraciones, disturbios o bloqueos de ciudades, carreteras y aeropuertos. Según el ministerio, la seguridad ciudadana está empeorando paulatinamente con la aparición de nuevos delitos como el secuestro express, realizado en ocasiones por falsos policías, o los atracos a pasajeros de taxis.

Salud: Sobre todo la altura extrema puede causar problemas a los viajeros. Para el tratamiento del mal de altura es aconsejable el reposo, no tomar alcohol ni comer mucho y beber mucho líquido.

Informaciones: Viceministerio de Turismo de Bolivia, Calle Mercado, Edificio Mariscal Ballivián Piso 18, La Paz, Bolivia. Teléfono: +591 21159661 Fax: +591 2115961 E-mail: viceministeriodeturismo@gmail.com

Internet: www.bolivia.travel

dpa/tmn hl vi



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