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Reykjavik, la bahía de humo
Islandia fue el último pedazo de Europa descubierto, fundado por cautivos de las Islas Británicas en el siglo IX. Su parlamento fue organizado en el 930d.C y en 1944 Reykjavik se convirtió en la capital de la independizada Islandia.
Su herencia vikinga se ve reflejada en la población con curiosidades ancestrales como su sistema de nombrar los apellidos, en el que todos se preceden del apodo de "hijo de" que reflejan una sociedad moderna pero muy arraigada en la tradición y las costumbres.
Una visita a la ciudad de Reykjavik ofrece diferentes perspectivas según la época del año en que viajemos, los inviernos con sus hermosas auroras boreales, las primaveras con las visitas del Jardín Botánico, avistamientos de ballenas o el Festival de diseño de Marzo.
En Verano sus noches blancas nos mantendrán despiertos ya que Reykjavik se convierte en la ciudad que no duerme. No podemos perdernos sus ofertas de excursiones de pesca salvaje, caballos de alquiler o tomar un café relajadamente en Austurvollur.
En otoño la torre iluminada "Imagine Peace", dedicada a John Lennon, nos ofrecerá unas perspectivas inigualables de la ciudad. El Centro de la ciudad ofrece museos y galerías abiertos todo el año aunque el otoño es ideal para perder horas visitando las muestras de una comunidad artística envidiable.
La familia tiene en Reykjavik una oferta inigualable con sus más de 20 baños termales, museos vikingos, el Zoo de Reykjavik o una excursión al Monte Esja, con sus espectaculares vistas panorámicas, por no mencionar la posibilidad de tener avistamientos de ballenas en ciertas épocas del año.
